Las cacerolas de acero, parecían un espejo, los cubiertos, siempre quedaban brillantes, los platos y vasos eran transparentes, y aún los lavadores estaban tan impecables que tenían rico olor, y sabor( dicen las malas lenguas que de chica yo acostumbraba a chupar los lavadores o bien conocidas ahora como ballerinas a escondidas)Cuando contemplaba ese momento, el del lavado miraba y admiraba, ella tenía todo ya planeado, tenía el remedio para toda enfermedad o dolencia, tenía las palabras justas si estabas triste y lo más importante cada utensillo lavado con jabón blanco, tenía su lugar en la pequeña cocina .
Yo no recuerdo muy bien lo de mi fetiche con los lavadores, tal vez tenía 4 o 5 años pero si recuerdo las sábanas de algodón colgando de enormes tendederos dónde plácidamente me instalaba abajo y abría la boca para dejar que se escurran las gotas a través de la tela hacia mi paladar, inmediatamente : “ La voz de mi abuela” : Salí de ahí nena, no seas cochina, te vas a arruinar la panza !!!
Como recuerdo aquellas cosas !!, hoy me encontré lavando los platos, con jabón blanco,como todos los días desde hace mas de 6 años, algunas herencias quedan.
Recuerdo que al mudarme en pareja y tener un lugar como “mujer del hogar” debí hacerme cargo de cosas de limpieza, pues allí estuvo y está mi abuela, comencé a usar nuevamente el jabón blanco, no sé si todo queda tan impecable como lo dejaba ella, pero siempre lo intento, y lo recomiendo. Después de mucho tiempo mi vajilla sigue brillante, algo bueno hay.
Usen jabón blanco.
No hay nada como el jabón blanco, hace espuma, muuucha espuma, rinde muchísimo, es ecológico, y cuando uno aprende a usarlo deja los cubiertos, vasos, platos etc… mucho más limpios y brillantes que con detergente.
Además la ballerina queda siempre más amarilla; claro, cada tanto un poco de lavandina ayuda.
Pero no olviden el jabón blanco!!”
